Las termitas
resultan beneficiosas para el medio natural, degradando la materia muerta en
nutrientes orgánicos, pero son peligrosas para el ser humano, pudiendo destrozar
viviendas enteras, ventanas, puertas, muros y vigas, y ocasionando, en los
casos más extremos, el derrumbe de la casa o del piso en el transcurso de unos
meses.